Creo que lo ha pedido simplemente para que mi café solo resulte anodino en esta primera cita post-messenger. Bueno, en realidad la petición es acorde a su personalidad o, más bien, a lo que cuatro o cinco sesiones dejan entrever antes de precipitarse uno a un pre-encuentro de estos a los que solemos acudir como pavos reales con la cola abierta y vestidos, perfumados y adornados de todo lo que encontramos de firma por cajones y repisas.
El tío, en los chats previos, no ha exagerado en sus autodescripciones físicas ni ha mentido en sus intenciones de cama, y tampoco ha mostrado fotos diez años más joven ni veinte kilos más delgado. Esto es la primera vez que me pasa y de la agradable sorpresa inicial he pasado rápidamente a una incipiente preocupación. Porque, a ver, con 40 cumplidos y ese cuerpo verdaderamente divino, ¿qué necesidad tiene de acudir a los salones de chat para ligar?. En algún sitio está el fallo, me he dicho.
Finalmente he decidido dejar de pensar y acompañarle hasta su apartamento de soltero para que haga de mí lo que le dé la gana porque estoy ya que babeo por todos lados. En el ascensor he podido catar ya una degustación de lo que me espera y realmente la baba me traspasa los Calvin Klein generosamente y, cuando hemos entrado atropelladamente en el piso, con un movimiento bien ensayado me ha puesto de cara contra la pared, me ha bajado los pantalones y he podido sentirlo poderosamente a tavés de los CK. Entonces ha empezado a susurrarme con su boca pegada a mi cuello mientras empezaba a bajarme los slips, y ha sido cuando he confirmado mis temores sobre la sospechosa perfección de este semental.
- Bueno, tengo que decirte que yo no uso nunca condones. Supongo que no tendrás ningún problema.