29 de junio de 2019

Agosto, 1978

De lejos parecía joven, de cerca resultó llevarme una década de ventaja. Paseaba por la orilla de la solitaria playa. Hoy en día no queda ni un metro de soledad en aquella orilla.
Yo estaba desnudo, me puse de pie para que me viera y acudió al reclamo. 
Nos encontramos tras las dunas, ocultos en el enebral. Estuve a punto de escapar cuando vi que el tanga que llevaba era de croché, pero terminé por quitárselo e ir directamente al grano.
Él terminó y se largó, no sin pedirme disculpas por no haber sido cuidadoso en la penetración. Fue muy educado, eso sí. Yo, pues me fui al agua y opté por masturbarme en inmersión. Muy recomendable eso. Sí.

19 de junio de 2019

Enero, 1970

Hasta la imagen más ingenua puede despertar la libido. Incluso la de un payaso en los ojos de un niño de once años, y a través del blanco y negro de la tele de entonces. 
Y es que Poquito no pegaba nada en los Chiripitifláuticos. Era flacucho pero estaba cañón. O por lo menos, a mí me lo parecía.
La transición de cantar las ñoñas canciones de Valentina a sentir mariposas en la barriga, con aquel personaje que afirmaba viajar en un bolsillo cuando era pequeñito.

16 de junio de 2019

Agosto, 1968

Era aquél un verano más de pantalones cortos y tardes largas , siempre rodando por la calle. Muchas veces, literalmente rodando. Félix y Valentín compartían acera conmigo, sentados. Pasó un chaval algo mayor que se detuvo a charlar un rato con mis amigos de acera. Su belleza me dejó impactado.

- ¿Cómo se llama ese chaval tan guapo?, pregunté ingenuo cuando se marchó.
- Ramón-, dijo Valentín, con una cara de extrañeza que, con mis nueve años recién cumplidos, no entendí.

Al día siguiente jugaba al trompo, solo, cuando se me acercó Ramón, me agarró por el cuello y me estampó contra la pared.

- Que sea la última vez que dices por ahí que soy Ramón 'el guapo', que yo no soy maricón.¿Te enteras?

Qué triste es empezar a perder la inocencia...

12 de junio de 2019

Junio, 1977

 
Cruising, en aquellos lejanos días, no tenía nada que ver con el sexo esporádico con desconocidos, aunque éste, de hecho, sí existía.
Salí del cine y atravesé El Prado. Era de noche y no había nadie. Di una segunda vuelta y, cuando ya me iba rendido, frenó a mi lado un Citroën 2 CV. Ya en aquella época era un modelo ridículo, ni te cuento cómo era para follar.
Yo, dieciocho. Él, unos treinta. Yo, estudiante. Él, enfermero. Mamadas mutuas sin final feliz y quedar para otro día en su casa. Eran otros tiempos, sí.
Acudí a la segunda cita, para darme cuenta de que el cruising, vale para una sola vez. 
Poco tiempo después, dejé aquellos estudios y terminé siendo enfermero como él. Qué cosas.