29 de mayo de 2010

Crazymine

Era salir en escena y ejercer una atracción hipnótica irresistible, no de sueño sino de no poder despegar la mirada de aquel cuarteto de cantantes (¿?) bailarines (¿?) plumíferos (¡!) que, con playbacks a veces poco ensayados, molineteaban impecablemente dos abanicos descomunales que de vez en cuando se transformaban en uno solo para airearse los flequillos. La coreografía (¿?) no era nada sin ellos –los abanicos- al igual que los trajes neo-rococós que creo recordar que tenían algo de hombreras y que complementaban con unos zapatos que creo recordar que terminaban en algo de punta.

Cuando hartaron al personal del empalagoso look hicieron un drástico cambio que terminó por cargarse el invento. Las manos perdieron los abanicos pero se movían como si los tuvieran, el neo-rococó dejó paso a trajes de ejecutivo a los que las hombreras heredadas de los anteriores les daba un aspecto ridículo, y para la coreografía copiaron groseramente algunos pasos de Vogue de Madonna quedando un resultado patético.

Aún así, a mí me seguían hipnotizando,….sobre todo el nota de la izquierda, que vaya tela cómo estaba.

25 de mayo de 2010

Señales y mensajes

Ha llegado el sol por fin, amor. Estoy en la playa y no hay nadie, sólo Diógenes y yo, él como siempre en lo suyo, haciendo hoyos en la arena mojada de la orilla y yo pensando en lo nuestro. A veces me asaltan dudas sobre nuestro futuro si es que éste existe, que ya va para tres meses y aún no hemos tenido una primera vez, aunque, bueno, eso parece darle un toque especial a lo nuestro. Mientras escribo este SMS de enamorados y lo guardo en ‘borrador’ me propongo que de hoy no pase pedirte el móvil…ay, espero haber interpretado bien las señales, amor.




24 de mayo de 2010

Gajes del oficio

Aquella noche, mientras cerraba la cremallera de la bolsa de plástico que envolvía el cuerpo de la joven no pudo evitar que dos lágrimas rebeldes se congelaran en sus ojos, pues después de tantos meses cuidándola le sirvieron de bien poco sus artes para desconectar de este tipo de acontecimientos. Eran gajes del oficio.

Aquella mañana, mientras conducía cansado y triste camino de casa le resultó patético oír por la radio las palabras impostadas del gobernante de turno sobre recortes salariales. Eran gajes del oficio.

Aquella tarde, cuando iba camino de otra larga noche nosocomial, su mente evocaba imágenes de la habitación que hacía unas horas quedó vacía y que seguramente estaría ya ocupada por otro rostro angustiado al que cuidar. De este ciclo continuo nada sabía el gobernante de turno y soportar su ignorancia también eran gajes del oficio.

16 de mayo de 2010

Empieza por 'A'.

No sé si se me habrá notado. Se llama Abel pero una vez lo bauticé como Álvaro que también empieza por ‘A’ y, aunque tiene la misma edad que alguno de mis ADNs, ejerce sobre mí un efecto de ensimismamiento nada paternal que espero que pase desapercibido.

Ya se iba el joven residente de la salita nosocomial cuando le he preguntado algo para retenerlo un rato más. Se me ha quedado la sonrisa boba y la vista fija en esa boca que me desboca y lo que es peor, sin enterarme para nada de su respuesta, pero es igual, sólo quería tenerlo cerca, tan cerca como para poder tocarlo si alargara la mano. Finalmente se ha ido dejándome la impronta de sus rizos de emperador romano, sus manos de músico virtuoso y su sonrisa albina y sonrosada.

Hubo un momento en que se puso unas gafas que desconocía que usaba y su rostro se volvió entre tierno e intelectual que llegó a parecerme que no iba a poder reprimir hacer una tontería que finalmente no hice, claro.

Menos mal que sólo hace cinco o seis guardias al mes y que no todas coinciden con las mías que si no esto se iba a convertir en un problema, vaya.


14 de mayo de 2010

Tommy


Para la cantidad de música rock que se ha compuesto desde el ‘Johnny be good’ es insignificante, en proporción, el número de óperas rock creadas no habiéndose llegado a representar en teatro o filmado para el cine todas ellas. No es el caso de esta película setentera –qué novedad en este blog- que consiguió reunir estrellas tanto del cine como de la música y en la que nos sorprendimos oyendo cantar a Ann Margret, Oliver Reed o Jack Nicholson junto a voces consagradas ya como Tina Turner, Elton John, Eric Clapton o Roger Daltrey, éste último cantante de The Who, grupo cuyo guitarrista Pete Townshend compuso la obra y que no pierden la oportunidad para aparecer en el film. La dirección fue de Ken Russell con estética y técnica muy de la época que supera dificultosamente el paso del tiempo -no así la música- y si no echadle un vistazo a ese Elton John sobre kilométricas plataformas con gafas como antenas parabólicas incrustadas de brillantes. No apto para cardíacos.
Yo la vi en el cine cuando se estrenó, llevaba gafas redondas a lo Lennon y el pelo a lo afro....bueno, y no sé porque digo esto, ains.


12 de mayo de 2010

Diógenes y yo

Diógenes es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de ágata de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal marrones. Lo dejo suelto, y se va al pinar, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas..... Lo llamo dulcemente: "¿Diógenes?", y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal... (....)

Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra. Cuando paseo con él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo...

Le hablo al oído y parece que entiende y cuando me contesta lo hace melodioso, gimoteando en clave musical, porque no ladra. Por la casa, hay que andar con cuidado porque te persigue en silencio, como una sombra, y se recuesta siempre cerca de la gente, como una trampa para hacernos tropezar. Mi tierno estorbo llena un hueco que no sabía que tenía y, como crece tan deprisa, siento un vértigo trágico por ver cómo envejece e imaginar el día en que ya no pueda hablarle al oído y parezca que me entienda.

(Extravagancia sobre 'Platero y yo', de Juan R. Jiménez)

10 de mayo de 2010

Música sacra

Ayer domingo me encontré inexplicablemente sacro, no sacro del hueso sino del otro. Empecé con kisses de despedida en plan salmo en algún comentario y acabé con este post retro-religioso, y es que en algunos momentos aflora en mí una suerte de espíritu piadoso que camufla brevemente mi ateísmo irreverente.

Bueno, esta captatio benevolentiae totalmente prescindible viene a que este ‘diumenga’ –que lo suelo decir así, en catañol, porque me suena como más festivo- rememoré mis inicios sacros en la música allá por los 60, cantando en el coro de la iglesia mientras aquel fraile encantador tocaba el órgano tratando pacientemente de desasnar a los chiquillos del barrio. En el mismo coro, meses antes, un grupo de melenudos que se hacían llamar los Keys tocaron con sus instrumentos eléctricos las manidas canciones de la liturgia y aquello fue como una revelación, hasta tal punto que le dije a Dios –que todavía me creía esas cosas de la fe- que yo quería tocar como ellos, dedicarme a la música.

Han pasado cuarenta años desde entonces y todo ha cambiado. Herr Ratzinger no es el Papa Montini y la congregación franciscana de monjes progresistas dejó el sitio a otra neocatecumenal –menudo cambio-, yo perdí la fe y Dios me castigó negándome los medios o el valor para dedicarme a la música.

Los Keys cambiaron el escenario eclesial por otros más profanos y, cambiando de nombre el grupo y de algunos nombres sus miembros, alcanzaron el éxito. Hoy ya no son grupo ni melenudos y yo, este ‘diumenga’, les rendí homenaje teniéndolos todo el día en la cabeza.


Tartesos - Campos de algodón


Tartesos - Tiempo muerto


8 de mayo de 2010

Mis pulgadas enfadadas

Hoy la he visto, quiero decir, la he terminado de ver. Cada uno paga un precio por esconder sus cadáveres en el armario y éste es mi particular impuesto por mi armario/cadáver. Ha tenido que ser en dos veces, en la pequeña pantalla del ordenador, a deshoras y con la sola compañía de Diógenes, mi perro. Delante de él puedo derramar lágrimas, como hoy, que con las pelis me entra no se qué sensiblería y, ayer y hoy, con ésta me ha vuelto a pasar.

De pronto todos hablaban de ella y yo en la inopia. La he visto, y me ha emocionado, he llorado –sólo me pasa en las pelis, insisto- y me he vuelto a reflejar, con algunas pulgadas enfadadas más que ella, en historias de perdedores y antihéroes . Y encima contado en clave de musical.

Eché de menos la pantalla grande, la sala oscura, el sonido envolvente, la ausencia de interrupciones y alguien al lado disfrutándola como yo, pero bueno, eso será en la próxima reencarnación. Por lo menos.



(Adrianos y Alforte, danke schön)

5 de mayo de 2010

Un idiota americano

Los americanos sí que saben dar la nota y nunca mejor dicho en este caso pues se trata de un nuevo musical. ¿A qué mente calenturienta se la habrá ocurrido montar un musical con música…punk? Pues a algún americano nada de idiota, bueno, quién sabe, ya veremos lo que dura.

A mí el punk no me entraba pero que ná de ná hasta que escuché un CD de uno mis adeénes que tenía una carátula horrible llamado Dookie, de Green Day, que fueron para mí una revelación. Después les perdí un poco la pista hasta American idiot que me encantó también, y ahora van y hacen un musical aprovechando lo conceptual del álbum que narra una historia de suburbios chungos, aunque no sé yo si el público general de musicales está preparado para esto. Yo, que me he tragado hasta Spamalot, por supuesto que iría a Broadway si no se encontrara a tantos husos horarios de diferencia con mi suroeste, porque dudo mucho que algo así se monte en la Gran Vía y pueda pillarme un AVE para verlo.





Y para terminar de dar el big cunt, un temita delicioso del mismo álbum.

1 de mayo de 2010

Espurio blog

Este es un blog bastardo, no sé si lo habéis notado. Yo caí en la cuenta al poco de parirlo, cuando pensé en engancharle el Creative Commons ése, como a mis otros blogs legítimos que aunque lo leen cuatro gatos nunca se sabe, oye, que cualquier día le pones unas cuantas fotos de carne –que no de carné- o un par de posts ingeniosos de jijí-jajá y se te linka toda la tropa.

Como ando últimamente algo disperso y lento no me percaté de mi estupidez hasta que llevaba relleno medio formulario para la licencia, en un momento en el que fantaseaba ilusionado en recibir premios por mi magnífica prosa, tan susceptible de ser plagiada.

Ay, que desazón por favor, que me roben un post y no poder querellarme en los juzgados de Plaza de Castilla, o que me den un premio de los de dinero-diploma-ceremonia, y no pueda acudir a recibirlo.

En fin, mi hijo bastardo, que lo quiero igual que a los legítimos–tal vez, más, mucho más-, aunque no lo pueda, deba, sepa o quiera darle los apellidos. Ains.