
Se sentó en el suelo, frente al mueble repleto de álbumes de fotos, de niño, de adolescente, de veinteañero, de treintañero,… todos llenos de ‘ocasiones especiales’. Le costó encontrar imágenes de ocasiones cotidianas, incluso cuando, ya sentado en el despacho, visionaba la ingente colección de ficheros .jpg, en la pantalla.
Con la retina saturada de instantes congelados echó de menos no tener prueba gráfica de ninguno de los momentos ‘irrelevantes’ que en su día no pudo o no supo -qué más da- inmortalizar. Pero quién podría pedirle una sonrisa mientras estudiaba frente a él, una pose mientras se cambiaba en el vestuario, una echada de brazos sobre sus hombros camino del instituto, del trabajo, mientras un desconocido les tirara una foto,…
Cómo deseó poder montar una galería de instantes imposibles. Cómo…, si ellos nunca sintieron nada por él, por su amor rendido, por su amor sin retorno.