Yo tenía 12 años y él unos 20. Mi cuerpo era el de un niño y
el de él, el de un hombre. El de un hombre hermoso.
No entendía por qué ver su cuerpo desnudo en aquel vestuario me provocaba
emociones que me hacían enrojecer y paralizarme. Miraba su sexo fijamente hasta
hacerle sentir incómodo, pero no podía dejar de hacerlo.
De pronto, se cubrió con una toalla y me miró con desprecio. Había descubierto mi incipiente erección.
Y así, empecé a comprender que, en mi vida, el sexo tendría poco que ver con el amor.
De pronto, se cubrió con una toalla y me miró con desprecio. Había descubierto mi incipiente erección.
Y así, empecé a comprender que, en mi vida, el sexo tendría poco que ver con el amor.
2 comentarios:
Quizá no era desprecio, era estupor. O miedo. Tampoco es fácil para un adulto lidiar con eso.
Ahora que lo del amor y el sexo cuanto antes se diferencie mejor. Sobre todo si eres un poquito promiscuo ;)
Un abrazo
Gracias por entrar a saludar. Un abrazo.
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