30 de diciembre de 2012

Que sepáis

     Os leo cómo contáis, con desparpajo, cómo os petan el culo o cómo os rellenan la boca de polla. Tantas veces que ni podríais enumerar. Y lo contáis, además, con naturalidad, incluso con desdén a veces hacia el propietario de la polla en cuestión.  Sí, os leo. A veces, hasta os releo. Y yo, educado, os comento en la misma línea. Con desparpajo, con naturalidad. Pues que sepáis que en realidad os odio mucho en ese momento, bastante vaya,  y no quería pasar el año con este remordimiento dentro. Porque en el fondo os quiero mucho.



        Que os sea leve 2013

22 de diciembre de 2012

¿Navidad? No, gracias

¿Qué por qué?Tengo razones. Algunas, domésticas. La familia viva, por ejemplo, en su totalidad coincidiendo en el espacio-tiempo. La que ya no está, pues por no coincidir en el espacio-tiempo. El gasto irresponsable, disparado absurdamente.
Otras, laborales. La cena de empresa, por ejemplo. Las cajas de polvorones pro-excursión fin de curso. Las caras sin esperanza de los pacientes sin pelo en sus pijamas impersonalmente celestes.
También, anímicas. Follar, por ejemplo, no follo. Como el resto del año, pues ahora tampoco. Nadar, por otro lado, se hace asfixiante entre efebos de vacaciones. No es que no quepamos en la piscina, es que en las duchas se muestran impúdicamente. Particularmente, lo de los pubis afeitados es lo que mayor dificultad respiratoria me causa. Y ahora que lo escribo, también bradicardia e hipotensión.
Pero fundamentalmente, los petardos. Ver a Diógenes cada navidad escondido en el estratégico rincón que forman la chaise longue del sofá y la mesa, aterrorizado. Acercarme a su vera desconsolado y no poder hacer nada para que deje de temblar mientras vive, cada año, su particular fin del mundo.

20 de diciembre de 2012

Solución extemporánea

Es una cagada, sí, y antes de que lo diga alguien lo digo yo, ea, que para eso soy el director de este chiringuito, bueno, quiero decir de este engendroblog. Hum, qué de tiempo sin nombrar esta palabreja. 
A lo que iba, a la cagada. Que esta mañana estuve en el fisio, un chaval que lleva tocándome el culo -y la espalda también- desde hace un par de años y una vez cada mes, pero todo muy en plan profesional, no vayamos a llamarnos a engaño, pero que hoy se ha centrado tanto en abre glúteos, cierra glúteos, abre glúteos, cierra glúteos, que no sé qué me estaba creyendo yo. En esas, se me arrima por el flanco izquierdo para alinearme la columna -que es a lo que él llama retorcerme el torso y dejarse caer encima con todo su peso-, pegándome lo que viene siendo todo el paquete en mi mano. Cuando terminó pensé que lo que pegaba era darnos un beso con lengua, pero fue un pensamiento fugaz.
Mas esto no es la cagada, no, ésta viene cuando, ya en casa, revisando mis últimos favoritos en Machomoe para desfogar, me vinieron ganas de contarlo y, claro, a who the fuck contárselo. No encontré otra salida que volver a casa por navidad, después de tres estaciones de silencio, para implementar esta penosa y extemporánea entrada. Mil perdones para los que todavía me tengáis en vuestro blogroll, pero es que me he quedado tan bien.