Cruising, en aquellos lejanos días, no tenía nada que ver con el sexo esporádico con desconocidos, aunque éste, de hecho, sí existía.
Salí del cine y atravesé El Prado. Era de noche y no había nadie. Di una segunda vuelta y, cuando ya me iba rendido, frenó a mi lado un Citroën 2 CV. Ya en aquella época era un modelo ridículo, ni te cuento cómo era para follar.
Yo, dieciocho. Él, unos treinta. Yo, estudiante. Él, enfermero. Mamadas mutuas sin final feliz y quedar para otro día en su casa. Eran otros tiempos, sí.
Acudí a la segunda cita, para darme cuenta de que el cruising, vale para una sola vez.
Poco tiempo después, dejé aquellos estudios y terminé siendo enfermero como él. Qué cosas.
2 comentarios:
Hay momentos que son lo que son y no hay que prolongarlos. Especialmente algunos muy buenos porque sería una pena estropearlos.
El Simca 1000 se llevó la fama pero anda que el 2CV....
El 2CV también se merece su canción... :-)
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