Prólogo
Me habían dado de alta y creía ser feliz. Tan ansioso estaba de comprobar que me habían liberado de aquella filia que tanta angustia me provocaba que no acertaba a elegir un lugar para ponerme a prueba, así que me dejé llevar por el primer impulso y me dirigí a la playa nudista. Caminé por la orilla y enseguida vi que un muchacho caminaba hacia mí. Me alegró comprobar que no sentía ninguna especial atracción por él, a pesar de poder reconocer la tremenda belleza que aquel cuerpo que se aproximaba y que se detenía frente a mí con un cigarrillo apagado entre los dedos.
Capítulo
Me pidió fuego, y lo tenía tan cerca que podía oler el salitre pegado en su piel y fue entonces cuando sentí una fuerte náusea que me hizo palidecer, tanto que me cogió del brazo para ayudarme pero al notar el contacto de su mano, vomité. Se ofreció a llevarme a casa, mientras rodeaba mi cintura con su brazo y colocaba el mío sobre sus hombros y, en ese instante, sentí una descarga en las sienes que me obligó a zafarme de él y salir corriendo antes de que me desplomase del dolor.
Epílogo
Sí, realmente estoy satisfecho porque ya no siento atracción por los hombres. Acabaron mis angustias para siempre y todo gracias a la terapia reconductual. Sería totalmente feliz si no fuera por estas náuseas y dolores de cabeza repentinos que me vienen dando, no sé por qué, últimamente.