30 de diciembre de 2010

Tiempo y distancia

Segundos de vestuario. Llegamos con ropa deportiva y nos separan unos centímetros de aire. Casi puedo percibir tu calor mientras nos desnudamos y nos dedicamos una sonrisa, de cortesía la tuya y de pudor la mía.

Minutos de nado libre. Flotamos con speedos y nos separan unos centímetros de agua cuando se cruzan nuestros cuerpos compartiendo la misma calle. Casi no consigo coordinar la respiración mientras observo tan cercano tu majestuoso paso subacuático.

Minutos de relajación. Nos aclaramos la espuma y nos separan unos centímetros de vapor que emana de las duchas. Casi no puedo contener una mirada delatora y una caricia rendida, pero finalmente la contengo.

Horas de insomnio. Nos tendemos con pijamas y nos separan centenares de metros, quizá kilómetros, pero nada comparado con este abismo que en cada momento me aleja de ti.

27 de diciembre de 2010

La noche anaranjada

Hace ya seis navidades de aquello. La puerta se entreabría –la entreabría- dejando entrar siempre luz nocturna, con ese color naranja que lo tizna todo.

Hoy lo entiendo todo como una enajenación mental transitoria, como queriendo atenuar alguna culpa, y no consigo reconocerme en aquellas semanas convulsas en las que su adulación, su seducción y mi necesidad convirtieron en príncipe azul a aquel aprendiz de manipulador. Entreabría la puerta, siempre con la luz teñida de la noche, y yo me sentía tan confiado y protegido que dejaba tras de mí demasiadas huellas.

Una noche anaranjada de hace seis años, un aire frío como el de hoy me hizo despertar de aquel estado dejándome ver su verdadero rostro, el mismo aire que, de un portazo, cerró violentamente la puerta entreabierta de mi armario.

Nunca pude saber el verdadero color de su piel ni de su ropa, todo fue siempre anaranjado, como el aire que esta noche –seis años después- enfría mi cara y el hocico de Diógenes.









24 de diciembre de 2010

Anti-system Christmas (y III)

Villancico

Había una vez en Belén un solitario establo

donde una madre acunaba a su niño.

Haríais bien en recordar lo que él diría más tarde

cuando os estéis atiborrando en vuestras fiestas navideñas

Sólo os reiréis cuando os mande a la porra

sin entender

lo que no necesita explicación,

que lo espirituoso de la Navidad no es lo que bebéis.

¿Cómo podéis reír cuando vuestra madre pasa hambre?

¿Cómo podéis sonreír cuando las razones para sonreír

son injustas?

Y si os fastidio vuestros desconsiderados placeres

recordad, si os parece, que esto

no es más que una canción de Navidad.

(Aunque os lo parezca, el culpable de esta traducción no es Google)


(y, aunque os lo parezca, el culpable del vídeo no es Jethro Tull)


20 de diciembre de 2010

Anti-system Christmas (I)


Suroeste, 20 de Diciembre.

Redacción

La Navidad es cuando hay vacaciones porque hace frío y papá Noel, arrecido, huye cargado de juguetes para repartirlos en América y Europa, que allí lleva toda la vida haciéndolo. En España, como lleva poco tiempo, nos trae lo que le sobra, que es poco pero no me importa porque después vienen los reyes magos que son más viejos y traen más regalos. Lo malo era antes, cuando ni siquiera venía, o como en África, que no va nunca, será porque no hay Navidad allí.

Los reyes fueron a adorar al niño dios en un pesebre, que olería a cuadra, siguiendo una estrella, que es una historia bonita y rara, pero papá Noel no sé qué fue a hacer ni a qué sitio, ni tampoco por qué ríe sin parar, que parece algo bobo, pero me da igual con tal de que traiga regalos. Tampoco entiendo por qué en algunos sitios le dicen santa Claus si es un hombre, yo no lo sé y mi padre, tampoco, claro, como a él nunca le trajo nada… Debería ser san Claus, digo yo.

Dicen que los reyes magos están preocupados porque en poco tiempo los niños queremos mucho a papá Noel y a ellos menos porque llegan más tarde, y mi padre dice que como se empeñen los americanos los jubilan el día menos pensado, pero yo no entiendo lo que quiere decir.

Cuenta atrás

Después de hacer el amor solía dar siempre una cabezada, y él se quedaba extasiado observando sus profundas respiraciones mientras lo acariciaba suavemente. Cuando se despertaba iba caminando al baño, descalzo, dando pequeños pasos de puntillas que a él le hacían sonreír con ternura. Tras la fugaz y silenciosa ausencia se volvía a meter en la cama y se pegaba a él cubriéndolo de amor.

Aquella tarde, en cambio, las respiraciones profundas le parecieron ronquidos estruendosos, el tierno paseíllo de puntillas, terriblemente ridículo, la visita al baño, repleta de sonidos indeseados, y el acoplamiento postrero, goteante y frío.

Mirando al techo pensó que lo que habían hecho aquella tarde ya no era amor, sino solamente sexo y que el principio del fin ya había comenzado.


...it´s the final countdown...



17 de diciembre de 2010

Verónica

El protocolo exigía habitación individual para ella y así se hizo. La compañera del turno de tarde se despidió deseándome una buena noche no sin antes advertirme de las peculiaridades del caso.

A las tres de la madrugada sonó el timbre de llamada. La encontré sentada en la cama sin más ropa que una charpa descolgada que no ejercía función alguna, sus tetas mostraban una juventud que contrastaba con el resto de su cuerpo, que exhibía una incipiente decadencia, y las piernas, abiertas como a horcajadas, permitían que un pene y escroto generosos se desparramaran sobre las sábanas. No pude reprimir por un instante pensar en la ventaja que tenían sobre los míos.

Le recoloqué el brazo en la charpa mientras me inundaba un agrio olor procedente de sus sobacos hirsutos que se mezclaba con la halitosis alcohólica que perduraba aún.

- ¿Qué te pasa, Verónica?

- Eh quehtoy mu nerviosa, porme algo, por favó,- dijo, mostrando signos claros de faltarle alguna sustancia a la que estaría habituada.

Por la mañana, mientras registraba las incidencias de Juan Manuel, el paciente de la fractura de húmero, pensé esperar un mejor momento que las tres de la madrugada para hablar con ella sobre el accidente, o lo que fuera que le hubiera pasado, pero al día siguiente ya se había ido.

Mientras me quitaba el uniforme en el vestuario pensé que por muchos años que me llevara en esta profesión nunca iba a estar seguro de haberlo visto todo.

16 de diciembre de 2010

Rarezas

La tele en horario prime time me da sueño y la princesa del pueblo me interesa lo mismo que la de La Zarzuela, que son sólo para mí unas mujeres flacas a las que el estar calladas les sienta estupendamente.

Del estado de alarma lo que realmente me alarma es su promulgación y no digamos su prórroga, y la comparación de quien pierde su ansiado puente con quien perdiera su vida porque el cirujano y/o el anestesista le abandonaran en el quirófano me resulta ciertamente desafortunada, por no decir falaz.

Me da igual que la performance de gobernar con guión de los mercados la haga la derecha a cara descubierta de antaño como la disfrazada de izquierda de hogaño, importándome exclusivamente que mi opción residual pase de una vez del diez por ciento.

Las cenas de empresa, sobre todo las propias de estas fechas, me dan tanto repeluco que sólo ver el cartel anunciándola en el curro me provoca hipotensión y taquicardia, y no digamos cuando se me exigen explicaciones, año tras año, por mi disidencia gastronómica. Entonces comienzo con náuseas y prurito.

Soy agnóstico militante -y no digo ateo por pereza dialéctica- y me produce rechazo cualquier mezcla de religión con folclore o con actos sociales, por eso nunca fui al Rocío ni a la Romería del Suroeste, ni me casé por la iglesia ni ‘comunioné’ a mis hijos. Mis dolores de cabeza me ocasionó pero para las cefaleas va genial el ibuprofeno.

Podría hacer una lista muy larga de rarezas pero llego tarde al terapeuta, que creo que tendrá bastante con las que le llevo para llegar a algún diagnóstico. Porque creo yo que lo mío es, verdaderamente, para hacérselo mirar.


15 de diciembre de 2010

Onán

Las piernas quedaron trémulas y el imperceptible jadeo cesó. El agua resbalaba rápida por su cuerpo apoyado en la pared de azulejos y su mente iba recuperando la realidad circundante tras abrir los ojos.

Como otras veces, sintió lo absurdo y lo imprescindible de todo aquello, lo atrayente y lo repelente, lo inherente y lo extraño, lo deseado y lo inalcanzable.

Quizás éste era un tiempo de autogamia, de seudopasión, de sexo sucedáneo, y se preguntó con tristeza si otra cosa era posible, pero enseguida recordó con alivio que Jehová mató hacía 2.500 años por el derramamiento de semen en la tierra por lo que, una vez más, un poco de pena le pareció un castigo menor. Pobre Onán, que para colmo pasaría injustamente a la historia como el primer aficionado a las manualidades.

11 de diciembre de 2010

Rock around the Tirol

Puede que este fósil Setentolítico os suene poco pero os aseguro que en la Era Flowerpowerozoica dio mucha caña con el grupo Focus, en el que compartía liderazgo con Jan Akkerman a la guitarra. Se llama este tirolés Thijs Van Leer y yo tuve el honor de verlo en directo en el tour Rock&Rios del 83 donde tocaba los teclados y la flauta, instrumentos de los que no se sabe cuál toca mejor.

La idea de este post, como algún avezado lectoyente habrá sospechado ya, me la dio un reciente post de Theodore sobre la palabra bizarro. ¿O es que acaso este tipo no lo es?

Impacientes: ver minuto 1:00


Impacientes: ver minutos 2:00 y 5:00


10 de diciembre de 2010

¡Felicidades, Theodore!

Cuando leas este post probablemente estés flipando aún con la visión de tu blogroll. Esa era la intención de aquel o aquellos que idearon esta quedada blogosférica a la que me sumé entusiasmado nada más conocerla, a pesar de que, como sabes, prefiero mejor celebrar los no-cumpleaños.

Mi regalo tiene poco de sorpresa como comprobarás, pero sí mucho de ilusión, ganas y esfuerzo, esto último por aquello de las prisas de tenerlo preparado en tan poco tiempo. La voz desgañitada -ay, esta voz mía- no he podido remediarla, tío, pero es que en una octava inferior, que me resultaba más cómoda, parecía una mezcla de Leonard Cohen y Gabinete Caligari. He preferido desgañitarme al final.

Desde el suroeste, éste tan meteorológicamente irreconocible para mí estos días, te mando un besazo ‘mu’ gordo y ‘mu’ grande y que este granito de arena mío sirva para hacerte más llevadero eso de ser más viejo que ayer pero menos que mañana.

Sería fantástico verte soplar la velas y comernos entre todos una inmensa tarta. Quizás en otra ocasión. Seguro.

WishIWereThere kisses,

P.




Otoño en el suroeste

8 de diciembre de 2010

1967

Por las calles rodaban Vespas y ‘Seiscientos’, la política era clandestina y ser maricón, un delito. En los cines todos los actores estaban siempre vestidos y en Navidad un viejo vestido de militar nos llamaba ‘españoles’. Los Beatles publicaban el Sgt. Pepper´s y el Magical Mistery Tour, el rock estaba aún por llegar al suroeste y la Luna no había sido pisada aún.

Runagay era un niño que jugaba en la calle con pantalones cortos y un día le obligaron a declararse culpable y arrepentido de no recuerda ya qué cosas ante un señor vestido de negro que estaba sentado dentro de una caseta de madera. Probablemente hoy no estaría permitido colocar a un niño de ocho años en semejante situación, que debería repetirse después todos los domingos, en una suerte de ajuste de cuentas semanal.

Sobreviví a curas y a monjas y a su dios pero nunca pude zafarme del virus de la culpa que tan bien me inocularon y, por eso, nunca he podido perdonarles.

4 de diciembre de 2010

Cadáveres en el armario

De vez en cuando abro las puertas para orearlos, paso lista y nunca falta ninguno. El niño impúber murió al saberse distinto, el muchacho imberbe, cuando fue incapaz de decir ‘te quiero’ y el joven indeciso, cuando atravesó la encrucijada. Los tres hace años que yacen inermes como marionetas desvencijadas sin esperanza de que algún titiritero les dé vida, allí, debajo de los otros muertos, del hombre que murió la vez que fue inútilmente infiel, del que se asfixió con la silicosis de una mentira, del que fue sepultado por un desenmascaramiento y de los demás que ya he olvidado cómo acabaron allí.

De vez en cuando les miro a los ojos buscando las respuestas que no encuentro frente al espejo, pero éstos miran hacia el infinito y sus miradas me atraviesan como un láser que escribe a lo lejos, en el infinito, algo que nunca puedo leer.

De vez en cuando organizo este reencuentro con no sé muy bien que ignoto propósito, pero lo mismo es que no se necesita ninguna razón para hacerlo.


2 de diciembre de 2010

Nights in white satin

‘Echarse a la poca vergüenza’ es algo que solemos decir por el suroeste de quienes hacen aquello que quieren sin ningún tipo de pudor ni consideración a quienes reciben los efectos de sus acciones, cayendo a veces incluso en el ridículo por ello, pero que han llegado a tal extremo que ya les da igual ese punto. Y esta aclaración semántica tan al estilo ‘Acervo Inoxidable’ made in Theodore viene a que, como habréis observado, me estoy echando a la poca vergüenza con el asunto de mis producciones musicales, pero prometo bajar el ritmo de ‘publicaciones’ en cuanto acabe con el apartado de Peticiones del Bloguero. Palabrita.